Todavía está procesando la noticia. El pasado 1 de abril, le llegó la notificación de que fue aceptada para estudiar en la Universidad de Stanford en California, algo que para ella era casi imposible, aunque eso no la limitó para intentarlo.
“Lo primero es que yo no me esperaba entrar en esa universidad, pues es súper selectiva. Usualmente el porcentaje de admisiones es de un 5 %, el año pasado fue de 3.9 %. No me esperaba ser aceptada en una universidad de ese nivel”, dice emocionada Isamar Marte Núñez. Exhibe
La joven de 19 años, residente en Cancino, Santo Domingo Este, cuenta que, sin esperanza y luego de persignarse y pedir que fuera la voluntad de Dios, procedió a abrir su estatus de solicitud y ahí vio el mensaje que hizo llorar de emoción a ella y su familia: “Felicitaciones, fue aceptada en la clase de Stanford de 2026”.
“Fue un momento de mucha felicidad”, comenta la joven que no solo se destaca por un índice académico de 99.1, sino que ya tiene publicaciones en revistas internacionales como Malala Found, fue finalista en un concurso de escritura del New York Times y en 2019 ganó el primer lugar en la Olimpíada Nacional de Ortografía.
Procedente de una familia clase media baja, la joven estudiante narra que llegar a esa beca ha sido fruto de mucho esfuerzo, pero sobre todo de poder contar con las personas que le apoyaron y le enseñaron a creer en ella. Destaca a su madre y algunos de sus profesores.
También menciona a José Ramón Valdez, un joven dominicano que el año pasado ganó una beca para estudiar en Harvard y a quien conoció luego de que Diario Libre publicó la noticia de su elección y de sus planes de ayudar a otros estudiantes dominicanos en el proceso de aplicación a universidades extranjeras.
Isamar fue una de las agraciadas, pues empezó a trabajar con Juan Ramón en el proyecto Bright Leaders League (Liga de Líderes Brillantes), desde el que ayudan a bachilleres en sus procesos de aplicación de becas, sea nacional o internacional.
“Los estudiantes dominicanos también merecemos un lugar en las mejores universidades del mundo, pues tenemos un gran potencial y lo he visto en el programa. Lo que nos falta es descubrir las oportunidades y reconocer que somos capaces, lo que es muy importante, pues muchas personas, como lo hice yo en mi tiempo, se minimizan y no se ven alcanzando metas tan altas y ni siquiera se las proponen”, reflexiona.
En septiembre, Isamar deberá partir a California para empezar sus clases en la carrera de Economía orientada al desarrollo y políticas públicas.
Aunque de niña pensó que iba a ser doctora, ahora a sus 19 años se siente apasionada por la idea de poder contribuir al desarrollo de su comunidad y del país.
“La mayor razón para estudiar Económica ha sido mirar las necesidades de mi entorno, sobre todo para darle ese enfoque de desarrollo y políticas públicas, pues, creciendo en un sector de bajos recursos, siempre ha sido una motivación para mí el no dejar que eso sea una limitación, sino al contrario, que me inspire a llegar a más”.
Isamar sabe que para algunos la economía es vista como si fuera solo finanzas, pero está consciente de que implica muchos campos y de que puede aportar mucho desde ellos.
A ella le gustaría hacer investigación científica, trabajar en el área académica de la carrera, ser capaz de desarrollar políticas y proponer diferentes métodos para trabajar por el desarrollo del país, dice. Le coquetea la idea de poder realizar propuestas de mejoras, pero basadas en datos, para lo que su procedencia dominicana le dará un plus, asegura.
“Haber crecido en República Dominicana me va a ayudar muchísimos, pues usualmente tenemos economistas en desarrollo en naciones que ya están desarrolladas. Entones, cuando las personas de países en vías de desarrollo tenemos la oportunidad de poder contribuir a esas disciplinas académicas, se abre la ciencia de manera que hay diferentes perspectivas y podemos encontrar soluciones que sean más tangibles”. Asume el dicho de que “quienes crean las soluciones son las mismas personas que han vivido las problemáticas”.
Extrovertida y curiosa
Isamar se autodefine como una joven extrovertida y con una alta curiosidad que le ha ayudado a querer aprender siempre, razón de su éxito educativo desde los primeros años de escolaridad. Nunca le ha ido mal en una materia, aun cuando tuvo que prestar mucha atención a Física y Química.
Cuando inició la primaria ya había sido alfabetizada por su madre, una ama de casa que le ha apoyado siempre y le inculcó el amor por los estudios.
Sus estudios primarios los hizo en un pequeño colegio cercano a su vivienda y luego pasó al Colegio Santo Rosa de Lima, donde en algún momento sintió que estaba un poco fuera de lugar, debido a su condición socioeconómica.
Su padre, que vive en Estado Unidos desde que ella era muy pequeña, pagó con mucho sacrificio el costo de la escuela privada. “Nosotros hemos vivido en ese entorno económicamente austero, con las dificultades que se presentan con una familia de clase media baja”, comenta
El apoyo de los profesores y amigos de la secundaria le motivó a ver más allá de su estatus económico. “Yo solía ver las realidades de mis compañeros y las mías, ellos no la vieron como una diferencia… Fue un aspecto que me hizo crecer, el poder contar con el apoyo de personas que me querían y me apoyaban. Que me veían por lo que yo soy y veían ese gran potencial en mí, incluso cuando yo no lo veía”.
La seguridad que trae el apoyo le impulsó para que elevara el límite de sus metas. Mientras se esforzaba por ellas, también participaba activamente en las actividades de su iglesia, destacándose como parte del Ministerio de Monaguillos del que forma parta desde que tenía siete años y ahora pertenece a su dirección.
También desarrolló proyectos, junto a compañeros de estudios, relacionados al desarrollo sostenible, a la prevención de riesgo y el cuidado de los animales. En esas andanzas empezó a descubrir su pasión por el desarrollo de las personas y por la educación, un amor que fue subiendo en la medida que siguió desarrollando roles en otros ámbitos.
Actualmente es colaboradora del programa Youth Voices del Banco Mundial y de Erudio, una campaña a favor de la educación en la República Dominicana. En uno de sus artículos plantea que las niñas merecen algo mejor, ideal que extiende a ambos géneros cuando exhorta a los jóvenes, durante la conversación con Diario Libre, que se crean que son capases.
“Aquí tenemos estudiantes maravillosos, pero tenemos que darnos cuenta qué tan grandes pueden ser nuestros sueños y un empujoncito para creer de lo que somos capaces. Universidades como ésta (Stanford) quieren estudiantes con nuestras historias y vivencias para llevar nuestras perspectivas a sus aulas, al mundo. Eso sería algo que les diría, que se crean que son capaces”.
Fuente: diariolibre