Cada 21 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Paz, su objetivo es fortalecer los ideales de paz entre quienes conformamos la sociedad, y nos invita a que juntos y juntas, asumamos un rol más protagónico y activo en la construcción de comunidades pacíficas.
La paz es una construcción conjunta y apostar a ella implica la reducción de todas las formas de violencia y exclusión. También conlleva abocarnos a la transparencia, al acceso a justicia, al reconocimiento de nuestros derechos como jóvenes y a la participación de todos y todas[1]. Por ende, su consolidación va de la mano con la inclusión, y en su edificación, nadie puede ser dejado/a atrás.
La primera moción que incluyó nuestro rol positivo y relevante como jóvenes en la promoción de la cultura de paz y en la prevención de conflictos y violencia fue la Resolución 2250 aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 2015, que insta a los Estados miembro a aumentar nuestra representación en las iniciativas de paz[2].
Más que un número (34%[3] de la población), somos el reflejo de las expresiones diversas y plurales del entramado complejo que surge en nuestras sociedades[4]y en ocasiones, más que protagonistas del cambio[5], se nos tiende a ver como una población receptora o mera beneficiaria de las políticas.
Hoy en día tenemos más acceso a la información, pero menos acceso a espacios de poder[6] y seguimos siendo la población más afectada por la violencia. En promedio anual, solamente en República Dominicana mueren 1,100 jóvenes entre 18 y 35 años a causa de homicidios, cifra que representa el 56% del total de homicidios en el país[7].
Que en República Dominicana, la principal causa de muerte violenta sea por motivos de convivencia, podría estar reflejando el uso de la violencia como mecanismo para enfrentar los conflictos. Dado esto, es recomendable que las políticas públicas en materia de reducción de la violencia acojan la perspectiva de la juventud, por ser el grupo poblacional que más la sufre[8]..
El vínculo entre juventud, paz y desarrollo es evidente: la paz crea condiciones para el desarrollo sostenible, que a su vez es necesario para proporcionar y crear oportunidades para los y las jóvenes[9]. Al mismo tiempo, nuestra participación basada en una decisión libre promueve el compromiso cívico, la innovación y la ciudadanía activa[10] y contribuye eficazmente al cambio de actitudes culturales que han estado arraigadas históricamente con respecto a la justificación y uso de la violencia.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 16: Paz, Justicia e Instituciones Sólidas, es una oportunidad para articular a nuestras juventudes e instituciones públicas en mayores compromisos para la reducción de los niveles de violencia en República Dominicana.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el marco del proyecto PREVJUVE y a través de iniciativas como “Vivir Tranquilo”, “A una voz” y “Mesas de Seguridad, Ciudadanía y Género”, trabaja en el abordaje de causas estructurales de la violencia, como el aumento del capital social en las comunidades, el fortalecimiento institucional en materia de seguridad y justicia y la integración de jóvenes en instancias de toma de decisión a nivel local, para la construcción de sociedades más pacíficas, justas e inclusivas.
Fuente: pnu