Por: Pablo Garcia
Un país que no enfoca sus políticas públicas a desarrollar y apoyar el sano crecimiento de sus niños, adolescentes y jóvenes no puede esperar frutos positivos ni en el presente y mucho menos a futuro, pues sobre estos tres segmentos de la población se sustenta su posible avance económico y social.
Acceso a deportes, educación técnica, cultura y empleos son algunos de los elementos que debe integrar un Estado en favor de estos segmentos, entre los más vulnerables de una sociedad.
La falta de un diseño de nación, que tenga como base a la niñez, adolescencia y juventud, es la causante que hoy en día República Dominicana se encuentre arropada por actos de violencia y delincuencia, cometidos principalmente por muchachos de entre 14 y 30 años.
La estructura de violencia que ha creado y fomentado el Estado dominicano en perjuicio, principalmente de la juventud, no solo viene por la falta de atractivos que alejen a los jóvenes de la delincuencia. La inequidad y marginalidad son los otros elementos que inciden en la criminalidad que están ejerciendo nuestros muchachos.
Y son precisamente estos dos últimos elementos parte esencial de la violencia y criminalidad que vive el país, pues la pobreza y falta de oportunidades a quienes más afecta es a los jóvenes.
Aunque no todo el que delinque lo hace porque no tuvo otra opción, una gran parte de nuestros jóvenes, que ven la impunidad que abriga a los políticos y empresarios, lo hace porque el Estado no ha ejecutado planes a su favor de este segmento.
Disminuir la criminalidad y violencia será un asunto de tiempo y no de un plan policial-militar de dos semanas, pues se necesitan políticas públicas integrales, justicia eficiente y un Estado que vele por los más débiles.